La lluvia inclemente conspiró ayer en la avenida Corrientes y 9 de Julio, lugar donde se erige el Obelisco de Buenos Aires, para que todos los que dijeron que iban a concurrir a la manifestación por Messi, pudieran hacerlo. Pero que el frío y la lluvia no distorsionen el mensaje, son miles y miles los que piden a Leo que no se vaya.
Un tango, una avenida y la tormenta
Clima terrible en Buenos Aires, ni un alma en la calle, llueve desde hace por lo menos 24 horas; no con violencia, pero si con persistencia y continuidad. Hace frío, mucho frío en un invierno que no logra calentarse para los fanáticos de Leo Messi a quien ni siquiera pueden hacerle llegar el mensaje multitudinario que estaba planificado desde hacía días mediante las redes sociales.
La convocatoria no ha perdido intensidad, simplemente perdió soldados que creyeron que el clima iba a dificultar la concentración masiva. Y como una profecía autocumplida, o por causa de la ley de Murphy, resultó más pequeña de lo esperado. Pero el “Messi, no te vayas” estuvo vigente en cada uno de los argentinos que aman al crack, hayan concurrido o no a mojarse bajo la lluvia en la Avenida Corrientes.
50.000 argentinos que se habían sumado al hashtag #NoTeVayasLio y comprometiendo su presencia para el sábado en el Obelisco de Buenos Aires. Solo pudieron llegar los más fieles, unos cuantos centenares, que se animaron a desafiar el frio y la lluvia para estar a partir de la seis, hora local, en el emblemático punto de encuentro. Entre el mosaico de paraguas, se vieron camisetas albicelestes con el 10 y también algunas del Barça.
La crónica del “banderazo por Messi”, como se le llamó al evento, dice que se llenó la avenida de cánticos en favor del ídolo frustrado por no de darle el merecido título a su selección en una maldición que abarca cuatro finales. En medio de la tarde-noche sonó el “…que un amigo vas a encontrar”, que aunque no tiene el compás de dos por cuatro, se parece mucho a un tango, porque habla del amor que se fue, de la pena que causa, y la lluvia que acentúa con su púa, la decepción.