El Barca tiene la política de trabajar muy bien en sus divisiones inferiores y en la formación de sus jugadores. Por eso, la Masía funciona en todas partes del mundo y logra que los futbolistas lleguen al club con la filosofía blaugrana.
Para que un equipo tenga éxito a largo plazo, es necesario el trabajo en el semillero. La formación de los juveniles se transforma en una pieza clave, ya que es donde el club se nutre y le permite no salir desesperado a buscar refuerzos en el mercado de pases.
Este tema, las autoridades del Barcelona lo conocen demasiado bien. Por eso, expandieron la idea de la Masía a muchas partes del mundo. El sueño del FCBEsola pasó a ser una realidad y ya se encuentra en muchos países, brindándole a la institución grandes jugadores y colocando su huella en cada rincón.
Esta idea tiene muchos objetivos, entre los que se destacan formar los valores en los niños para ayudar a mejorar el mundo. Pero, además, también existe un costado deportivo, ya que trabajan con más de 8.000 pequeños, que en un futuro pueden formar parte de la plantilla azul y roja.
Actualmente existen 23 escuelas en todo el planeta. Se encuentran en todos los continentes y permiten que los jóvenes puedan tener una contención y hacer lo que más les gusta: que es jugar y aprender del fútbol.
“Los países en los que ponemos en marcha nuestras escuelas ven que no es simplemente una franquicia. Lo tenemos todo controlado e imprimos nuestro sello, forma de juego, el funcionamiento como si fuera la Masía”, explicó Oscar Grau al diario deportivo Marca.
El proyecto es tan profesional que los profesores que enseñan son capacitados por el club y se realizan clínicas para perfeccionar a los chicos que más condiciones muestran. A ellos, los posibles jugadores culés, se los traslada a la Ciudad Deportiva y viven una experiencia fantástica en el Camp Nou.
Así las cosas, los éxitos del Barcelona continuarán. La institución tiene mucho trabajo en inferiores que, a largo plazo, darán los frutos. Por este motivo, los fanáticos tienen que estar tranquilos, porque no se perderá la costumbre de alzar trofeos.